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La innovación es clave en la investigación social, pero no todo vale para todo

Afortunadamente la heterodoxia nos ha permitido avanzar y contemplar nuevos escenarios de conocimiento.

En la investigación social, la pérdida de complejos frente a determinadas tradiciones científicas ha ido abriendo posibilidades de acercamiento a realidades difícilmente abordables desde el paradigma clásico. Apertura y crecimiento que, como todo salto hacia adelante, no han estado exentos de conflicto y debate intelectual durante décadas.

A estas alturas, y asumiendo que el debate no esté resuelto definitivamente, casi nadie niega la necesidad de buscar herramientas adaptadas al objeto de conocimiento, a las condiciones de producción de la información y a las dinámicas de los contextos sociales en los que nos encontramos. La apertura de la heterodoxia implica el salto de los paradigmas positivistas a los constructivistas; a la indagación combinada desde las explicaciones cuantitativas y cualitativas; a la aceptación y ensayo de métodos de recogida y producción de información que permitan acercarse a colectivos inaccesibles… Sin embargo, todas las posibilidades ensayadas y en ensayo tienen, obviamente, sus límites. Y es parte de la honestidad investigadora reconocerlos, contextualizarlos y, sobre todo, adecuarlos a los fines perseguidos. Porque son esos fines los que marcan los límites de la credibilidad.

En la vorágine de la campaña electoral conocemos todo tipo de sondeos y encuestas. Muchos de ellos tratan de estimar resultados infiriendo posibles escaños; otros añadir explicaciones sobre tendencias y perfiles de voto. Los grandes debates sobre estos sondeos radican en los procedimientos de recogida de los datos, del tipo de encuesta, el diseño de las muestras y sus tamaños. Y estas condiciones son las que determinan qué información es capaz de aportar cada estudio. Recientemente hemos conocido uno que pretende estimar escaños, para lo cual se ha empeñado en conseguir, sobre todo, mucha muestra mediante una bola de nieve en encuesta online. Pero el tamaño no lo es todo, sobre todo en las muestras necesarias para este objetivo. Creemos que la representatividad estructural y territorial, la equiprobabilidad y, en este caso la ortodoxia, son básicas para las inferencias estadísticas que, aunque cuenten con un gran aparataje analítico posterior no se sustentan si la base, los datos, no son adecuados para el objetivo pretendido. Obviamente, como dicen los autores, toda encuesta tiene sesgos y errores; pero es necesario poderlos controlar y calibrar. Por eso no entendemos cuál es el procedimiento posible para el necesario control con una muestra de estas características, más propia de la exploración abierta que de la estimación y la inferencia. Esperamos mayor explicación para entender su eficacia y eficiencia.

No nos equivoquemos: apostemos por la innovación, por ampliar y mejorar las vías hacia el conocimiento, pero desterremos el oportunismo que, en muchos casos, puede hacernos perder mucho más que una oportunidad de entender más y mejor.

Elena Rodríguez y Araceli SerranoLa innovación es clave en la investigación social, pero no todo vale para todo